Recuerdo muy bien el día que en la finca la graciosa, mi ahijado Juán Edo le pidió la mano a mi prima, ese día el dijo: “Tomar la decisión de casarme con Maria Elena es como tomar la decisión de cargar en semana santa, te vistes para la ocasión, vas a una iglesia pones un gran peso sobre tus hombros, sales de la iglesia caminas por las calles de Popayán (la vida )y finalmente entregas el paso, y esa, es mi decisión, quiero estar con Maria Elena hasta que mis días terminen y llegue a la iglesia en búsqueda de la redención eterna.” Guardando las proporciones y siendo atrevido, ahora me siento como mi querido ahijado, me visto para la ocasión, voy a la universidad que si reparo en ello también es un claustro, después de entrar al salón de sustentación no hay tiempo de llorar y toca hacer la magia con altura y elegancia, y al final, cuando salga, espero que mis días como estudiante terminen por ahora, resta por decir “la procesión va por dentro” y que Dios nos bendiga.
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